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Avatar de Christopher Lopez

Un pequeño ejercicio que hice, y que recomiendo hacer, es enlistar los valores que son importantes para mí.

Este mismo ejercicio lo hice con mi esposa, porque queremos que esos valores sean parte de nuestro hogar, y eventualmente, cuando tengamos hijos se puedan transmitir de igual manera.

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Avatar de Calda

Fundamental la claridad analítica para analizar estas cuestiones y el énfasis en un lenguaje claro, a poder ser unívoco, y que se atienda a los hechos (o, según tú, a la "creación" de los mismos por una conciencia o sociedad, ¿no?).

Mi enhorabuena por el artículo, de verdad, te has ganado un seguidor. Además, justo el contenido de este artículo es muy afín a mi forma de ver este mismo asunto (esta sí "creación" de mi conciencia).

En efecto, el valor no existe; lo qué existe es una valoración, o en otras palabras más simples: una apetencia o aversión, un verse impelido. No podemos hipostasiar el valor, pues este es una acción que realiza y/o padece un organismo, una propiedad del mismo que requiere sensación y objeto.

Muy importante también la distinción entre nuestras acciones y nuestro discurso. La hipocresía con uno mismo es funesta y devastadora, y resulta evidente la ciclotimia entre lo qué valoramos y lo qué creemos valorar.

Algo que creo importante es realizar una reducción a los componentes más básicos de la valoración. ¿Qué es aquello que en última instancia se valora? ¿Cómo saber si no me engaño a mi mismo y valoro realmente lo qué creo valorar?

A mi parecer, la respuesta se halla implícita en el texto, y voy a ver si logro explicitarla.

Cuando distingues entre objetivo y valoración, das a entender que el valor del objetivo es doble: los efectos de su consecución y los efectos del perseguirlo o valorarlo. Estos últimos son, siempre, una vivencia presente, y los primeros serán diversos. Ahora bien, los efectos de todo objetivo pueden reducirse a su vez a una vivencia presente, ya sea propia o ajena (bueno, los efectos que merecen consideración).

Por ejemplo: los efectos fortalecer tus lumbares radicarán en la ausencia de dolor vivida en un futuro, en una vivencia; pero si te mueres antes, ese valor no se "realizará".

Por esto mismo, creo que se puede inferir que el valor o finalidad última es la vivencia presente. En cada acción debe haber dos niveles o fines: los efectos futuros y la vivencia presente. Pero debido a la naturaleza de las cosas y salvo casos excepcionales, considero que la vivencia presente tiene una posición superior en la jerarquía de valores, pues todo organismo persigue un estado hedónico que se justifica en si mismo.

Claro está: no existe un falso dilema. Uno puede harmonizar y conjugar estos dos aspectos.

Respecto a la "crisis moral" que tú llamas de "su" moral, creo que puede verse a un nivel social más amplio. La moral ha de entenderse a nivel grupal, y por ello, puede existir una crisis moral si entendemos que se están erosionando ciertos mandatos morales que sustentan un equilibro en una sociedad (o a nivel más pequeño, en cualquier institución). Una destrucción del pegamento moral seria daría como resultado la destrucción de una sociedad. No hay que olvidar que los códigos morales cumplen una función múltiple, bien pudiendo estar desfasados, sesgados hacía unos intereses o contrarios a las inclinaciones de ciertos segmentos de la sociedad (cuyas inclinaciones contrarias son posibilitadas por la misma sociedad).

El problema, creo, no es tanto que exista una crisis moral, si no más bien una crisis de aquellas conductas necesarias que se realizan bajo obligación moral.

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