Mi problema con jubilar
La fórmula de estudiar y trabajar el 80% de la vida para al fin "disfrutar" un 20%... no me convence.
Como la mayoría, es probable que tu aproximación y conocimiento del concepto de jubilación se base en la experiencia de tus propios padres, o al menos lo que vive esa generación (en mi caso, mis padres son baby boomers, nacidos en los ‘60s —1958 y 1963—).
Para ellos, y seguramente para sus padres (mis abuelos), una vez que encontrabas un buen trabajo, estabas “listo.” Había que cuidarlo, pues te jubilabas cuando te retirabas de ese trabajo o bien antes (☠️). Es decir, un objetivo muy recomendado y socialmente valorado por esa generación era “hacer carrera” en un mismo trabajo. De seguro habrás escuchado alguna historia de alguien que partió de junior o chofer, y terminó en alguna jefatura importante, todo al interior de una misma empresa.
Bueno, antiguamente se daba eso. Hoy hay quienes dicen que pasaron de junior de oficina a candidato presidencial. No les creo.
Continuemos.
La búsqueda de un trabajo estable e indefinido (literalmente) es una forma de vida que probablemente la veas incentivada, validada, celebrada por tu círculo de mayores de 50. Cuando le comentas a algún familiar mayor que llevas varios años en una misma empresa, ¡te felicitan!
Pero no cabe duda que la forma de vida moderna es muy diferente a la de esos tiempos.
Si bien en Chile no vivimos íntimamente la Segunda Guerra Mundial, “los hijos de la guerra” no querían otra cosa que estabilidad y tranquilidad (económica y cultural). Creo que la Dictadura militar chilena de los ‘70-80s produjo el mismo efecto en los compatriotas que jubilaron en las décadas posteriores. Pero parece que en Chile mucha tranquilidad nos durmió (por miedo, al principio), al menos hasta octubre de 2019. Tema para otro post.
La verdad es que la vida moderna no es la línea recta que solía ser. Ahora vemos más personas desarrollando diferentes trabajos para varias empresas, incluso en diferentes disciplinas. Mucho millennial trabajando no más de 3-4 años en una misma empresa, y varios emprendiendo negocios propios (yo soy uno más).
Entonces me pregunto: ¿aplica el concepto tradicional de jubilación en el siglo XXI? ¿Trabajar por 30-40 años y “por fin” hacer lo que realmente disfrutamos después de los 60-65?
La invención de la jubilación
En el año 1881 Otto von Bismarck, el “Canciller de Hierro” alemán, presentó una idea novedosa para la época: apoyo económico del Gobierno para los miembros más viejos de la sociedad. O sea, una jubilación. La idea fue radical porque hasta entonces la gente simplemente no se retiraba.
Si estabas vivo, trabajabas. No había alternativa.
Si bien un término como “jubilación” o “retiro” ya existía antes —los soldados del Imperio Romano recibían pensiones (praemia)— la propuesta de von Bismarck fue el primer programa de jubilación formal impulsado por un Gobierno para los trabajadores.
Esto quiere decir que llevamos casi 140 años con el concepto de jubilación dando vuelta.
Por supuesto que en muchos países se instauró como una política pública, un derecho social. No discutiré acá cómo se financian las pensiones en el mundo ni si son suficientes. Sólo diré que en Chile tenemos un sistema de capitalización individual único en el mundo que otorga pensiones muy por debajo del ingreso que marca lo necesario para salir de la pobreza... Otro tema para otro post.
Lo que quiero decir es que el concepto de jubilación no es una buena idea para nuestro tiempo. Nos insta a trabajar duro por décadas, cruzar los dedos para cumplir 60-65 en buen estado físico y mental, para luego (¡por fin!) vivir nuestra “edad dorada.”
Es decir, disfrutar de lo ganado y ahorrado con nuestro trabajo pero siendo viejos.
Por eso creo que la jubilación (tradicional) es una idea que debemos olvidar y repensar.
Por qué jubilar a los 65 no me convence
Tim Ferriss, en su libro La semana laboral de 4 horas, se refiere a la jubilación como un seguro en caso del peor escenario posible. Nos invita a pensar en jubilarnos solo como única (y última) solución (un seguro por cobrar) en caso de lo peor: cuando estemos físicamente imposibilitados de trabajar.
Y es que la jubilación como meta o “redención final”, como premio y recompensa al esfuerzo y trabajo duro, carece de sentido para mi porque:
Primero:
Se basa en la suposición que no te gusta lo que estás haciendo durante el período en que tienes más energía y capacidad física, ya que por algo estás trabajando duro (hoy) para un mejor futuro (mañana). No se te ocurre tener que hacer mañana lo que haces hoy.
Ya escribí la semana pasada sobre la falsedad de esto en el caso de los trabajos creativos e intelectuales y el WLB (work-life balance). Tim en su libro comenta que nada justifica el sacrificio de “ceder” tus mejores años por un futuro incierto.
Segundo:
Es muy difícil tener una jubilación que permita mantener tu estándar de vida antes de retirarte.
Algunos cálculos básicos: 1) cada año perdemos poder de compra por la inflación de aprox. 2-4%; y 2) en Chile ahorramos el 10% de nuestro sueldo (si trabajas como dependiente). Si queremos aplicar la conocida Regla del 4% (y vivir de los dividendos de lo ahorrado) necesitamos trabajar más de 50-60 años para lograr una tasa de reemplazo del 100%.
En Rankia nos cuentan que necesitamos 200 millones de pesos (CLP) para tener una pensión de 1 millón. Necesitarás 45 años de trabajo para aportar sólo una cuarta parte de ese monto. Ni con rentabilidades anuales de 5-6% (buenas para las AFPs chilenas) llegarás a los 200 millones.
En definitiva, siguiendo “las reglas del juego” (un solo trabajo, aportando tu 10% a la cuenta obligatoria de la AFP) es muy díficil lograr una jubilación que te permita vivir como lo estabas haciendo antes del retiro.
Tercero:
Si logras “alcanzar la meta” por otros medios, es decir, además de seguir las reglas del juego (sistema público y seguros), inviertes en acciones, compras y arriendas propiedades, negocias muy bien tus sueldos, emprendes negocios por fuera (side-hustles), etc., probablemente eres ambicioso y muy trabajador.
En este último caso, Tim Ferriss nos garantiza que, a la semana de haber jubilado, seguramente estarás tan aburrido que no hallarás la hora de comenzar una nueva compañía y seguir haciendo lo que hiciste toda tu vida, trabajar (y pensar en dinero).
Parece que en este caso no se justifica mucho la espera, ¿cierto?
Al igual que Tim en su libro, no estoy diciendo que no debes programarte para el peor escenario. Hay que hacerlo.
Pero lo que digo es que no pienses en la jubilación como la gran meta.
Por otra parte, debemos recordar que los intereses personales y la energía son cíclicos. No nos gustarán las mismas cosas durante toda nuestra vida, y tampoco tendremos la misma energía para hacer todo lo que queramos siempre. Así que no tiene sentido postergar todo lo que quieres hacer hoy por la certeza que lo harás más adelante. No existe tal certeza.
La alternativa: mini-jubilaciones
Hace un par de años vi dos charlas TED que cambiaron mi modo de ver el retiro laboral, y aprendí sobre el concepto de las mini-jubilaciones, popularizado también por Tim Ferriss en el libro La semana laboral de 4 horas.
La primera charla es de Stefan Sagmeister, un diseñador capo con base en Nueva York, que cierra su compañía cada siete años para "perseguir" pequeños experimentos personales durante un año.
Es decir, cada siete años Stefan se toma una mini-jubilación de un año.
Stefan relata que la “vida normal” usualmente transcurre de la siguiente forma: destinamos los primeros 25 años de vida a aprender (formación), 40 años a trabajar, y al final, 15-20 años de jubilación.
Su idea fue simple: quitar 5 años de jubilación (del final) y distribuirlos durante la vida laboral activa. Con esto pudo perseguir proyectos personales atingentes a las circunstancias vigentes (según intereses y energía).
Pero nos advierte, se trata de un tiempo que debe ser planificado para obtener un real beneficio (intelectual, espiritual, etc.)
“Quería movimiento y no una trayectoria tranquila de existencia. Quería emoción y peligro (…). Sentí en mí una sobreabundancia de energía que no encontró salida en nuestra vida tranquila.” (León Tolstói en Felicidad conyugal)
La propuesta de Stefan resuena con lo que escribe Tim Ferriss, quien nos recomienda alternar períodos de actividad y descanso durante toda tu vida.
Y es que los intereses y capacidades físicas y mentales varían durante los años. Tiene lógica organizar y planificar nuestras vidas en esos términos.
La segunda charla es de Daniel Levitin, neurobiólogo norteamericano, autor de varios libros sobre música, salud y creatividad. En realidad, su charla —sobre maneras de manejar el estrés— me llevó a leer un artículo suyo para la web de TED, titulado “¿Cuál es la edad ideal para retirarse? Nunca.” ¡Qué buen título!
El Dr. Levitin nos invita a mantenernos activos por el máximo tiempo posible. Mucho tiempo sin un propósito, dice, nos produce infelicidad.
Pero no se trata de estar ocupados en proyectos triviales sin importancia, sino con actividades significativas para nosotros.
Evidentemente Levitin plantea esta alternativa pensando en un trabajo como una opción voluntaria y no como una obligación ni necesidad por obtener recursos económicos para subsistir. De hecho podemos seguir activos (“trabajando”) sin una compensación económica (necesariamente), por ejemplo, cuando nos comprometemos en un aprendizaje permanente y desarrollamos actividades creativas o intelectuales. Si son remuneradas, mejor aún. No cabe duda.
Tim Ferriss nos cuenta que los “nuevos ricos” (lee mi entrada para conocer las diferencias con los "aplazadores") piensan en distribuir “mini-jubilaciones” a lo largo de su vida, como Stefan Sagmeister, en vez de trabajar toda una vida para los “años dorados” de nuestra postrimería.
"Jubilarse es cuando paras de sacrificarte hoy por un mañana imaginario. Cuando el "hoy" está completo, en todo sentido, estarás jubilado." (Naval Ravikant)
Mi invitación, una vez reflexiones sobre si la jubilación tradicional vale para ti, es la siguiente:
Desarrolla actividades significativas. Busca (o crea) un trabajo que te permita ser creativo, aprender continuamente y satisfacer tu curiosidad intelectual. Para descansar, aspira al “ocio noble” aristotélico. Con ambas, ni pensarás en jubilar. ¡Ojo que no digo que hay que trabajar por siempre! Sólo que realmente sea una decisión personal y no una obligación. Mientras nos sintamos realizados, ¿cuál es el apuro en detenerse?
Vive por debajo de tus medios. Esto es clave. No caigas en la trampa de la inflación del estilo de vida. Baja tus requerimientos económicos en caso que tengas que “cobrar el seguro” de la jubilación (el peor escenario posible).
Planifica mini-jubilaciones. ¡Lo más difícil! Al principio debe ser muy poco factible (por no decir imposible) dejar de trabajar un año como Stefan Sagmeister o Tim Ferriss, pero quizás puedes (podemos) empezar por un mes. Luego tres, seis, etc. Creo, lógicamente, que esto sólo es posible si tienes tu propia empresa y/o trabajas como independiente (freelancer). ¡Pero es que es la única forma de lograr la independencia financiera!
Pero no olvidemos el consejo de Stefan y Tim: debemos PREPARAR y DISEÑAR las mini-jubilaciones.
La idea es poder desarrollar los intereses de manera vinculante con la energía y capacidades físicas y mentales de hoy, no de mañana. Y para eso, hay que aterrizar lo que nos gusta, lo que queremos hacer, dónde ir, qué aprender, etc.
Sólo así miraremos las mini-jubilaciones como un plan factible, satisfactorio y deseable.
Quiero que te quedes con esto: ¡Jubilar no es la meta!
Hay que ser feliz y desarrollar nuestros intereses hoy. Eso incluye encontrar (o crear) un trabajo significativo del cual no quieras huir cada verano, y cultivar actividades de ocio enriquecedoras en tu tiempo libre.