Uno de los libros que cambió mi forma de ver el éxito financiero es sin duda La Semana Laboral de 4 horas (The 4-Hour Workweek) de Tim Ferriss. Si solo te quedas con el título probablemente lo tomarás como un libro bien banal y superficial, que quizás retrate el típico caso del estadounidense que se hace millonario de la noche a la mañana.
Pero no es el caso. Es un libro con muchos consejos prácticos sobre cómo relacionarte de otro modo con el dinero, y cómo alcanzar una vida plena y feliz con menos.
Tim nos aclara esto desde el principio:
“La gente no quiere ser millonaria; lo que quiere es experimentar lo que cree que sólo los millones pueden proporcionarle.”
En otras palabras: la fantasía no es tener un millón de dólares en el banco. La fantasía es la vida de completa libertad que supuestamente ofrece ese millón.
La paradoja de la felicidad
Primero: En este artículo no pretendo poner en duda que para gozar un nivel de vida mínimamente aceptable y deseable, es necesario contar con recursos económicos mínimos que aseguren cobijo, alimento, salud y seguridad. Parto de aquella base. De hecho son estos mismos ítems los que todos debemos priorizar en nuestros propios gastos. (Y el Estado también.)
Segundo: Lo que pretendo comentar, por el contrario, es que muchas veces creemos (y postergamos nuestra felicidad por ello) que alcanzaremos una mayor satisfacción en nuestra vida una vez logremos obtener cierta cantidad de dinero, estatus o posesiones.
Nos engañamos creyendo que un mejor auto, una casa más grande, unas vacaciones más caras (o más lejos), nos traerán al fin esa felicidad que añoramos. Lo presente es solo un estado temporal, una simple previa a la felicidad que nos espera más adelante.
Sin embargo, tal como sostiene Carl Cederström en su libro La ilusión de la felicidad, el sistema económico moderno (occidental-capitalista) nos promete satisfacción pero no cumple. Solo nos conduce a una vida frenética de producción y consumismo.
La paradoja de la felicidad es que condicionamos nuestra felicidad permanentemente a un estado futuro, y por tanto, nunca la alcanzamos. Los gringos le llaman hedonic treadmill. Creemos que la felicidad es algo que nos pasa.
Éxito como riqueza económica
Sin querer adentrarme en este artículo en la discusión sociológica de lo que discuto arriba sobre el capitalismo, claramente es la sociedad de consumo (nacida en el mundo occidental) en la cual vivimos la que nos ofrece este único camino de realización personal: consumismo, “maximalismo”, el más es mejor.
Como creemos que la felicidad es "algo", entonces buscamos comprarla.
Pero no hay nada nuevo en esta idea que el consumo no conduce a la felicidad. Por el contrario, se trata de un concepto abordado históricamente por varias tradiciones filosóficas y religiosas.
De hecho es Karl Marx, en su teoría de la alienación, quien analiza tempranamente esta sensación de enajenación (y consiguiente distanciamiento de la felicidad), que se produce en nosotros por el solo hecho de formar parte de esta sociedad materialista. Una sociedad que nos ve como simples engranajes de una enorme máquina basada en el mercado.
En otros artículos pretendo aterrizar mis ideas sobre esta materia desde una perspectiva de más curiosidad intelectual. Por el momento, quizás sirve apropiarme de esta célebre cita que creo muy válida para la sociedad actual:
”Ser pobre no es tener muy poco, sino querer siempre más.” (Séneca)
Por el contrario, este artículo nace de una reflexión sobre el aspecto más práctico de vivir tranquilos y realizados sin tener al dinero como eje rector de nuestras vidas (pero sí resueltas nuestras necesidades básicas).
En este sentido, pocas veces reflexionamos sobre la vida cotidiana de quien tiene mucho dinero, y que según nuestra concepción tradicional, es feliz pues puede hacer y comprar lo que desea.
Para Tim Ferriss, el dinero se multiplica en valor práctico dependiendo de la cantidad de variables primarias que domines en tu vida: qué haces, cuándo lo haces, dónde lo haces y con quién lo haces.
En este sentido, básicamente el rico o millonario lo que hace es diponer de su tiempo. Esa es LA diferencia. Y eso, tal como nos invita a pensar Tim en su libro, muchos podemos lograrlo sin llegar a ser efectivamente ricos. ¡No es necesario!
No lo olvidemos: el principal activo de nuestra vida es el tiempo, no el dinero. Buscar la realización personal en el plano financiero no nos llevará a ningún lado.
Esto no quita que la Independencia Financiera, concepto que pretendo abordar en otros artículos futuros, sea un objetivo muy loable. De hecho el propio Tim Ferriss, en La Semana Laboral de 4 Horas, aboga por esta independencia y nos ofrece un método paso-a-paso para lograrlo.
Dado que importa más nuestro tiempo que el dinero, la recomendación práctica de los expertos en cuanto a en qué gastar el dinero es clara: comprar experiencias y no cosas es lo que nos hace felices. Y para ello, para vivir esas experiencias, naturalmente necesitamos tiempo.
El cuento del empresario y el pescador
Una muy buena fábula (o parábola) que se comparte en varias formas alrededor del mundo, pero que yo recojo en la versión del libro de Tim Ferriss, es la historia de un empresario norteamericano (¿cómo no?) y un pescador de la costa mexicana.
Cuenta la historia que este empresario norteamericano estaba en el muelle de un pueblito mexicano, cuando llegó un botecito con un solo pescador. Dentro del bote había varios pescados de buen tamaño. El estadounidense elogió al pescador por la calidad del pescado y le preguntó cuánto tiempo le había tomado conseguirlo. El pescador respondió que solo un rato.
El norteamericano le preguntó que por qué no permanecía más tiempo y sacaba más pescados. El pescador dijo que con eso ya tenía lo suficiente para satisfacer las necesidades inmediatas de su familia.
El empresario le preguntó entonces qué hacía con su tiempo. El pescador dijo: “Bueno, duermo hasta tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, duermo siesta con mi esposa, voy algunas noches al pueblo a tomar vino y tocar la guitarra con mis amigos. Tengo una vida agradable.”
El norteamericano replicó: “Pero mira, yo soy graduado de Harvard. Podría ayudarte. Lo que te recomiendo es lo siguiente: deberías destinar más tiempo a la pesca y con los ingresos comprar un bote más grande. Con los ingresos del bote más grande podrías comprar varios botes. Eventualmente tendrías una flota de botes pesqueros. En vez de vender el pescado a un intermediario lo podrías hacer directamente a un procesador y, eventualmente, abrir tu propia procesadora. De esta forma podrías controlar la producción, el procesamiento y la distribución. Podrías salir de este pueblo e irte a la capital, donde manejarías tu empresa en expansión."
A lo que el pescador preguntó: “¿Y cuánto tiempo me tardaría todo eso?” “Entre 15 y 20 años, máximo 25”, respondió el estadounidense. “¿Y luego qué?” El empresario rió y dijo que esa era la mejor parte: “Cuando llegue la hora puedes vender las acciones de tu empresa. ¡Te volverás rico! ¡Tendrás millones!”
“Millones... ¿y luego qué?”
“Luego te puedes retirar. Te mudas a un pueblito en la costa mexicana donde puedas dormir hasta tarde, pescar un poco, jugar con tus hijos, dormir la siesta con tu mujer, ir algunas noches al pueblo a tomar vino y tocar la guitarra con tus amigos…”
Te dejo la reflexión.
Sentirnos ricos en vez de serlo
Dejando de lado el poder adquisitivo y las posesiones materiales que indudablemente son mayores a las que podemos lograr la mayoría, los ricos viven una vida de ricos.
¿Pero qué es eso?
Para Tim Ferriss, tenemos que absorber esta idea: importan más los ingresos relativos que los absolutos. Los ingresos absolutos se miden usando una única variable sagrada e inalterable: el dólar (o el peso, o cualquier moneda de tu país). En cambio los ingresos relativos se calculan usando dos variables: el dólar y el tiempo. Es decir, depende de cómo conjugas ambos elementos.
Esto marca la diferencia entre la forma tradicional de vivir (los “aplazadores” según Tim) y los “nuevos ricos” (aquellos que disponen de su tiempo).
Revisemos cuáles serían las máximas de cada grupo:
Aplazadores: Trabaja para ti mismo.
Nuevos ricos: Que otros trabajen para ti.
Aplazadores: Trabaja cuando quieras.
Nuevos ricos: Evita trabajar, o haz lo mínimamente necesario para lograr el máximo efecto.
Aplazadores: Retirarse pronto o joven.
Nuevos ricos: Distribuir períodos de recuperación (mini-jubilaciones) a lo largo de la vida, y reconocer que la inactividad no es un objetivo. Hacer lo que te emociona sí.
Aplazadores: Comprar todas las cosas que quieres tener.
Nuevos ricos: Hacer todas las cosas que quieres hacer.
Aplazadores: Ser el jefe en vez del empleado. Estar a cargo.
Nuevos ricos: No ser ni jefe ni empleado, sino el dueño.
Aplazadores: Conseguir un montón de dinero.
Nuevos ricos: Conseguir dinero, pero por razones específicas; por sueños que cumplir, con plazos y tareas definidas para lograrlo. Si no, ¿para qué trabajas?
Aplazadores: Tener más.
Nuevos ricos: Tener más calidad y menos desorden. Tener más reservas financieras pero reconocer que la mayoría de las "necesidades" materiales son excusas para gastar tiempo y dinero en cosas que no importan realmente.
Con la excepción de la espalda financiera, que sin duda igualmente podemos construir con un plan de presupuesto y ahorro a largo plazo (y mucha paciencia y voluntad), el resto de elementos distintivos de los “nuevos ricos” puede ser imitado sin tener necesariamente el poder adquisitivo de un millonario.
La invitación de Tim es vivir la vida de un millonario, entendida en los conceptos anteriores de libertad financiera y de tiempo (los “nuevos ricos”) pero sin ser millonario. Y más importante aún, sin desear serlo.
Pasamos de la meta del being-rich al feeling-rich. Con eso nos basta.
La felicidad de diseñar tus días
A principios del año 2020 decidí renunciar a mi trabajo anterior. Estuve en esa empresa por cerca de diez años, así que fue una decisión bastante difícil de tomar. Si bien me gustaba (me sigue gustando) lo que hacía en el trabajo, no me sentía cómodo con el ritmo y estrés diarios. Las rutinas, las preocupaciones, las responsabilidades. Pero lo más importante: que otros dispusieran de mi tiempo. Que otros decidieran por mí y me dijeran lo que debía hacer y cuándo.
A las pocas semanas de dejar el trabajo decidí independizarme. Formé mi propia empresa con un gran colega y amigo. Nació LimnoTec.
¡Fue la mejor decisión!
Ahora hago lo mismo que hacía en mi trabajo anterior (el rubro, me refiero) pero en mucho menos tiempo. Soy mi propio jefe. Organizo mi tiempo a gusto. Yo decido cuándo y dónde trabajar.
Gracias a esa libertad pude mudarme a Valparaíso, donde disfruto todos los días de una maravillosa vista al mar.
Al momento de publicar este artículo ya llevamos un poco más de un año de funcionamiento como empresa. Durante este último año he podido experimentar las ventajas de disponer de mi tiempo, y de a poco, vivir como los “nuevos ricos”. Al menos de eso trato de convencerme.
Y es que al conversar o revisar artículos o videos sobre personas que (se supone) no tienen problemas de dinero, me di cuenta que yo ya estaba viviendo como esas personas, sin tener esa espalda financiera. Esto me llevó a reflexionar sobre esto y aterrizar las ideas que ahora estás leyendo.
Me di cuenta que la libertad de tiempo es el mejor premio por la independencia laboral, pues me ha permitido organizar mis días, y definir objetivos realistas en tiempos prudentes. Yo mismo. No otros.
Quiero creer que esto no es muy diferente a la vida de un rico o millonario, dejando de lado los lujos, obvio, pero que sinceramente tampoco me interesan. De hecho creo que muchas veces tengo mayor libertad de acción que ellos.
Así que sigamos el consejo de Tim Ferriss: No seamos “aplazadores,” seamos “nuevos ricos”.
Porque podemos vivir como millonarios... sin serlo.
Excelente columna, me gustó!!