¿Work-Life Balance?
Sobre la inexistencia de equilibrio entre vida personal y trabajo intelectual.
En el título uso el concepto en inglés no por esnobismo ni cursilería, sino porque creo que la traducción al español pierde sustancia.
Work-Life Balance (WLB) hace referencia, lógicamente, al concepto de equilibrio entre la vida personal y laboral.
La premisa básica y simplificada del WLB, llevada al extremo para marcar el punto, es la siguiente: el trabajo es malo y la vida personal es buena. Sugiere que el trabajo y la vida personal son entidades dicotómicas, separadas, y que deben ser mantenidas en equilibro.
La interpretación más socialmente aceptada es que “menos trabajo igual más felicidad.”
Sin embargo, por mucho que lo intentemos, pareciera que el WLB es una meta que no logramos satisfacer. Está a la vuelta de la esquina, pero siempre fuera de nuestro alcance. ¿Alguien razonable podría afirmar que vive en este equilibrio?
Yo creo que, por un lado, hablar de equilibrio o balance implica que uno de los componentes (obviamente, el trabajo) es algo negativo que necesita ser contrarrestado (con vida personal, siempre buena). Como si el trabajo se opusiera a la vida personal.
Pero no hay nada negativo en tener un trabajo Y una vida fuera de él. Quizás debiéramos hablar de combinar (blend) trabajo y vida personal, en vez de perseguir un equilibrio.
Por otra parte, el solo hecho de buscar este balance nos produce culpa. Y es que no importa la actividad que estemos haciendo en un momento determinado, muchas veces pensamos que debiéramos estar haciendo otra cosa "más importante" (o útil, o productiva).
Pero no importa lo que se diga. Igual siguen apareciendo artículos y consejos sobre cómo (tratar de) conseguir dicho equilibrio.
El trabajo creativo y/o intelectual
En su definición más tradicional, el trabajo es un medio para obtener sustento y sobrevivir. La RAE lo define como una “ocupación retribuida”, el “esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza.”
¿Pero qué ocurre con el trabajo creativo? ¿Con el trabajo intelectual?
En mi empresa LimnoTec desarrollamos estudios ambientales enfocados en ecosistemas acuáticos. Por su naturaleza técnica, debo mantenerme actualizado de las últimas investigaciones y soluciones del sector. Trato de aterrizar parte de esos aprendizajes en ChileFluvial.
Sin embargo, muchas veces me encuentro leyendo algún artículo o nota científica viajando en bus camino a mi casa, de visita donde mis padres, o un domingo por la mañana. Sin duda lo hago por interés y curiosidad genuinos. Nadie me obliga ni me lo pide.
¿Califica esto como trabajo?
Anne-Laure Le Cunff de Ness Labs comenta que si las formas tradicionales de trabajo estaban pensadas para “sustentar” el cuerpo (trabajo a cambio de poder costear refugio, alimento y seguridad), entonces las formas modernas de trabajo (basadas en el conocimiento) ofrecen una oportunidad de “sustentar” la mente.
Y en ese sentido, sostengo que para los "trabajadores del conocimiento" (knowledge-workers) el mero concepto de equilibrio ya es problemático.
Los problemas del equilibrio
Creo que la idea de mantener un equilibrio entre dos aspectos tan impredecibles como el trabajo y la vida fuera de él es simplemente una ilusión, un mito.
Es una tarea imposible pues ignora todos los factores externos que influyen en nuestras vidas y que no controlamos.
Es un ejercicio auto-impuesto estresante, poco realista, e innecesario.
Pero prestemos atención. Tu relación (sí, la tuya) con tu trabajo no cambia en nada lo que he dicho. Da lo mismo si amas tu trabajo, si lo odias, o si te sientes neutral hacia él. Anne-Laure sostiene que el WLB es simplemente una idea contra-producente, que no ayuda en nada a conseguir lo que queremos en la vida.
Revisemos algunos enunciados que creo válidos y legítimos, pero que aparentemente el concepto tradicional del WLB ignora:
- La vida personal y el trabajo no están estrictamente separados.
Jeff Bezos, fundador y ex-CEO de Amazon, afirma que el WLB es una frase debilitante, porque “la realidad es que, si estoy feliz en casa, voy al trabajo con tremenda energía. Y si estoy feliz en el trabajo, voy a casa con tremenda energía. En realidad es un círculo, no una disputa.”
Es decir, al menos en cuanto a nuestros estados de ánimo, sin duda existe una relación entre la vida personal y laboral que no puede ser ignorada.
- Tu trabajo puede no ser “solo” un trabajo.
Piensa en científicos, profesores, médicos, analistas, diseñadores, músicos, escritores, etc. Ellos pueden encontrar verdadera felicidad en su trabajo.
Cuando pienso en esto recuerdo la vida del biólogo Stephen Jay Gould. Decía que a los seis o siete años ya sabía perfectamente que quería ser paleontólogo. Era sabido que, muchos años después, trabajaba hasta muy tarde en el Museo Americano de Historia Natural. Le preguntaban si acaso no tenía hobbies fuera del trabajo, pero respondía que no, pues su trabajo era su vida y no lo veía como “trabajo.”
Hace poco terminé de leer Rubato, libro del director de orquesta chileno Paolo Bortolameolli, quien también reflexiona sobre la imposibilidad de disociar el quehacer del músico y su vida cotidiana.
- Quizás (y sencillamente) no quieras alcanzar un equilibrio.
Podemos llevar la idea anterior al extremo. Por un lado, tal como lo hizo el filósofo Immanuel Kant, quieras dedicar tu vida completa al trabajo.
O todo lo contrario, quizás quieras llegar a un punto en tu vida donde no necesites trabajar, y dedicarte solo a viajar, por ejemplo.
En ambos casos, pareciera que perseguir un equilibro entre trabajo y vida personal no tiene sentido, porque sencillamente no te interesa hacerlo.
- El WLB se vale de una definición muy simplificada del trabajo.
Como he dicho, la idea del WLB (llevada al extremo) básicamente dice que el trabajo es malo y la vida personal es buena. Que debemos trabajar menos y “vivir” más.
¿Pero qué ocurre con el cuidado de niños, enfermos y ancianos que muchas personas deben enfrentar? También son actividades que requieren esfuerzo y dedicación. Muchas veces quizás sean más desgastantes que el trabajo (remunerado) diario.
Este tipo de actividades, además de las tareas domésticas rutinarias, también forman parte de la “vida personal,” pero el WLB no las destaca. Y es importante hacerlo porque, en muchos casos, también ocurre que las personas ven en el trabajo una vía de escape a su vida personal.
Digamos en voz alta: el equilibrio no existe
Con lo expuesto, quiero pensar que queda de manifiesto que el concepto de equilibro entre el trabajo y la vida personal es un artificio, una ilusión, un mito. Es una meta que nunca lograremos alcanzar.
Y esto tiene que ver con un elemento básico y evidente: hay muchos factores externos en nuestra vida que impactan el modo que trabajamos y vivimos.
Así de simple. Lo que realmente "controlamos" en nuestra vida es tan poco (por no decir nada), que pensar que podemos construir un equilibrio con lo externo es totalmente injustificado y arbitrario.
Anne-Laure nos da ejemplos muy claros: un día tu hijo/a se enferma; otro día necesitas “cubrir” a un compañero de trabajo; otro día te levantas con tanta energía que tienes un día laboral muy productivo que te permite tener un descanso reparador, pero otro día procrastinas como nunca y no consigues hacer nada útil. También se siente diferente trabajar en verano que en invierno. No rindes igual cuando has dormido poco. Tu trabajo se hace más fácil cuando tienes buenos compañeros. Etcétera, etcétera.
Todos estos son factores que no controlas, por lo que buscar un equilibrio es inútil.
”La felicidad y la libertad comienzan con un entendimiento claro de un solo principio: algunas cosas están dentro de nuestro control y algunas cosas no. Es solo una vez que enfrentas esta regla fundamental y aprendes a distinguir entre lo que puedes y no puedes controlar que la tranquilidad interior se vuelve posible.” (Epicteto)
¡Pero ojo, que no estoy defendiendo a los trabajólicos!
Para algunos pareciera que sostener que el equilibrio entre el trabajo y la vida personal no existe es “defender” o justificar a quien trabaja mucho. Nada más lejos de mi posición.
Creo, de todos modos, que esto es subjetivo, una decisión muy personal. Nadie podría acusar a Kant o Jay Gould de desperdiciar su vida por solo trabajar. Esto aplica especialmente en trabajos creativos o intelectuales.
Pero ciertamente hay un problema en nuestra sociedad moderna que pareciera conducirnos a una vida de “trabajo total.”
Hace unos meses me llamó la atención una publicación donde un niño estadounidense, de no más de 6-7 años, se refería a sí mismo como “nacido para trabajar.”
Por esto es importante diferenciar entre quieres trabajan muchas horas y quienes son derechamente trabajólicos.
Generalmente asumimos que trabajar mucho es malo para nuestra salud.
Pero, aunque no lo creas, exactamente qué es lo poco saludable aún no se sabe muy bien. Es duro decirlo.
¿Es trabajar varias horas lo que incrementa el riesgo de enfermarnos? ¿O es cuando mantenemos una mentalidad compulsiva por el trabajo?
Dicho de otro modo: ¿lo que nos hace mal es la cantidad de horas trabajando o como enfrentamos anímicamente nuestro trabajo?
El término “trabajólico” fue acuñado en 1971 por el psicólogo Wayne E. Oates, haciendo referencia a la adicción de quienes “tienen una necesidad incontrolable de trabajar incesantemente.” Los trabajólicos piensan constantemente en el trabajo, y se sienten culpables y flojos cuando no lo hacen.
Pero si bien ser trabajólico frecuentemente va acompañado de trabajar varias horas, son cosas muy distintas: es posible trabajar muchas horas sin estar obsesionado con el trabajo, y también es posible estar obsesionado con trabajar pero trabajando poco (35 horas a la semana o menos). ¡Qué raro!
Estudios recientes han revelado, de hecho, que trabajar varias horas no es necesariamente más malo que estar obsesionado con el trabajo. Y es que aquellos trabajólicos que aman sus trabajos parece que están más “protegidos” de enfermarse, porque (quizás) creen que vale la pena todo el esfuerzo que le imprimen a su labor.
Pero no nos engañemos. Aun cuando no necesariamente tienen (más) problemas de salud, es claro que los trabajólicos sí tienen una mentalidad compulsiva por el trabajo. Una adicción, tal como definió Oates.
Para los trabajólicos es muy díficil desconectarse.
Y por eso creo que el problema radica en esto último, en nuestra incapacidad de desconectarnos, más que en la cantidad de horas a la semana que destinamos al trabajo.
Lo que te propongo
Sin querer parecer presuntuoso ni dueño de la verdad (no la tengo), al reconocer la inexistencia de un equilibrio entre la vida laboral y personal, saltan a la vista dos formas complementarias de enfrentar la vida diaria, que trato de aplicar en mi propia cotidianeidad.
1. Desarrollar una ética del descanso
Así como para el trabajo desarrollamos una ética profesional basada en dar lo mejor de sí, a entregar valor a los demás, a ser productivos, creativos, responsables, leales, etc., también deberíamos otorgar la misma importancia a desarrollar una ética del descanso. Para nuestro tiempo fuera de la pega.
Sostengo que fortalecer ambas éticas es imprescindible. No seremos buenos profesionales si sólo cultivamos una.
Y es que descansar no debe ser simplemente un resultado de tener tiempo libre. Debe ser una habilidad aprendida, desarrollada, y sobre todo, fomentada. En el trabajo y en la casa.
Pero el descanso no es solo relajación, según Aristóteles.
Relajarse, nos advierte Aristóteles, es algo que hacemos para recuperarnos y poder seguir trabajando.
Pero el descanso verdadero, lo que él llamaba el “ocio noble”, es una de las aspiraciones más trascendentales del ser humano, porque otorga significado a nuestras vidas.
Una forma de entender aquellas actividades de verdadero “ocio”, según Aristóteles, es la interpretación que hace Disney en la película Soul, cuando describen el estado mental de flow que producen ciertas actividades creativas o intelectuales recreativas.
Porque quizás estar toda una tarde viendo Netflix te desconecta y entretiene, pero no me vas a negar que puede dejarte una sensación de vacío, especialmente cuando terminamos esa serie que llevamos maratoneando (¡horrible!). Incluso hay estudios que plantean que las maratones de Netflix nos pueden producir ansiedad.
Dicho de otro modo: con esto (Netflix, redes sociales, viendo TV) estás relajándote, pero no descansando.
En cambio, tocar un instrumento, pintar, leer, escribir, hacer deporte, etc., sí pueden ofrecerte un verdadero descanso. Realmente te desconectan. Son aficiones que nos conducen al ocio noble aristotélico. ¿Por qué? Porque nos desafían física- y/o intelectualmente, y nos exigen concentrarnos para desarrollar esa afición en plenitud y satisfacción.
Nos debe quedar claro entonces que, tal como nos cuenta Ryan Holiday, lo contrario del trabajo no es flojear, es el ocio. Ryan nos explica que en la antigüedad griega, ocio venía de la palabra scholé. School en inglés, escuela en español. Para los griegos (Aristóteles incluido), el ocio significaba aprender y estudiar, perseguir grandes cosas para enriquecer el alma y el espíritu.
2. Abrazar la incertidumbre
Finalmente, al igual que Anne-Laure Le Cunff, te invito a abrazar la naturaleza caótica de la vida, a aceptar que quizás en algunos períodos de tu vida trabajarás mucho, mientras que en otros tendrás más tiempo libre para desarrollar tus aficiones. En algunos momentos tu trabajo puede ser ingrato y poco satisfactorio, pero en otros muy inspirador.
Quizás ahora trabajas solo para pagar las cuentas, pero a futuro puedes encontrar una labor que te permita desarrollar tus intereses y realizarte profesionalmente.
Lo mismo ocurre con la “vida personal”. Hay períodos buenos y otros no tanto. Todos lo sabemos.
”No busques que los eventos sucedan como deseas, sino que desea que sucedan tal como lo hacen. Tu vida transcurrirá sin sobresaltos y serenamente.” (Epicteto)
Hay cosas que están fuera de nuestro control y que simplemente debemos aceptar. Transformar cada obstáculo en una oportunidad de crecimiento. The Obstacle is the Way, como reza el título del best-seller de Ryan Holiday. Y ese obstáculo, en algunos momentos de la vida, puede tener que ver con tu trabajo, y en otros, con algo de tu vida personal.
Por lo tanto, más que un equilibrio entre el trabajo y la vida personal, busquemos lograr ese estado mental de flow en cada cosa que hacemos. Escribiendo, leyendo, pensando, creando. Y también trabajando, si es posible.
Y cuando queramos darnos un respiro, aspiremos al ocio noble aristotélico. Descansemos de verdad.
Porque el equilibrio entre trabajo y vida personal no existe.