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Curiosa y grata coincidencia. Al empezar a leer las primeras frases me vino a la cabeza William James y su explicación de porqué el tiempo pasa más rápido conforme envejecemos: "Porqué tenemos menos recuerdos de momentos diferentes, porqué no hay "cortes" significativos en nuestra rutina y no hay acontecimientos "especiales" que marquen "tajos" diferenciales".

Al ver esa película, la de Perfect Days, yo me vi reflejado en el protagonista. Al acabar de ver la película, esta reafirmo mi forma de concebir la vida que podría resumirse en: "Ya está todo hecho, hemos triunfado. No hay que hacer nada más". El otro día te comentaba que me marco la lectura de Houellebcq, y precisamente fue porqué vi en esos personajes de vidas anodinas, los cuales sufren en sus obras, una vida que yo desearía vivir y en la que auguraba posible goce.

Mucha gente no es capaz de darse cuenta de lo siguiente, que más o menos tocabas (y yo comente) en tu artículo sobre los valores. Las finalidades que asumimos son cambiantes e insignificantes, pero no así la función que cumplen. Tendemos a substituir una finalidad cuando nos hartamos del día a día y la substituimos por otra, pero caemos en el error de absolutizar esa nueva finalidad, en vez de entender que su valor radica en la función que ejerce. Entender esto abre mil puertas de satisfacción, y nos muestra que podemos cambiar conforme la situación lo requiera, a la vez que nos muestra lo absurdo de cambiar por cambiar, pues si nuestra vida es grata y hace bien, ya está todo hecho. El sufrimiento viene por dejar de gozarla, por absolutizar e hipostasiar pensamientos respecto a su valor en vez de atender a las sensaciones y las acciones concretas. El sufrimiento viene por creer que ese discurso es "real" y "verídico", en vez de entender que es un efecto de determinadas causas. En vez de perseguir lo qué deseamos, hay que desear lo qué tenemos, y entender que el deseo sólo tiene valor por el placer de su consecución o de su persecución. En efecto, como dice Nagel: "la vida es un juego, y tomarla seriamente un error". O como diría Santayana: "es grato ser un accidente de un accidente".

La resignación no es lo mismo que la aceptación, puesto que la primera incluye sufrimiento y un deseo no realizado, y la segunda implica gratitud y goce.

En el fondo, esto no es más que una consecuencia del nihilismo (al cual se demoniza sin entenderlo, confundiéndolo con pesimistas existencialistas para nada nihilistas, pues creen absoluto el valor gratuito de que la vida es mejor no vivirla). El nihilismo es consecuencia del materialismo y de una comprensión del determinismo, que entiende que la única ética lícita es el hedonismo (otro concepto que se malentiende muy a menudo al que se ataca con hombres de paja).

Saludos, Daniel. Un gusto leerte.

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