🖼️ Una pintura:
Friné fue una griega de proverbial belleza, deseada por muchos y alabada por artistas, quienes la usaron de modelo e inspiración para estatuas y pinturas.
Pero hacia el 350 a.C. fue acusada de impiedad, el mismo delito por el que Sócrates fuera condenado. El juicio era desfavorable.
La historia cuenta que en un acto de desesperación, su defensor, Hipérides, la desviste, para apelar a la compasión de los jueces del Areópago, revelando la gran belleza de la joven.
Friné es absuelta.
Esta es la escena que nos muestra el francés Jean-Léon Gérôme. Friné se cubre el rostro en señal de vergüenza o sumisión, y la composición destaca el contraste entre la blancura y luminosidad de Friné y la conmoción de los jueces, impactados por su belleza.
🍵 Dos reflexiones:
El crecimiento personal es el proceso de aprender a mentirnos menos a nosotros mismos. [Fuente]
Tener confianza en uno mismo no es no sentir miedo, sino creer que se estará bien a pesar de él. Las personas más seguras sienten miedo igual que todos, pero están dispuestas a actuar a pesar de ello. Por eso, sobre el miedo al fracaso o al rechazo, por ejemplo, a veces no le tememos realmente a fallar sino a lo que sentimos cuando fallamos. [Fuente]
🦉 Un recuerdo del archivo:
El buen procrastinador acepta el hecho de que no puede hacer todo, por lo que decide lo más sabiamente posible en qué tareas enfocarse y cuáles descuidar. Por el contrario, el mal procrastinador se encuentra paralizado y no avanza precisamente porque no puede soportar la idea de enfrentarse a sus limitaciones.
Sigue leyendo → Buenos procrastinadores
🪴 Algo más:
Decía Mozart que quería estar siempre rodeado de cosas buenas, genuinas y bellas.
Y eso fue Viena —segundo destino de mi viaje— para mí: ciudad de parques, museos, palacios, castillos. Pero como bien escribe Deborah Eisenberg en uno de sus relatos de Taj Mahal, al ver tanta grandiosidad es imposible no pensar en los emperadores, reyes y reinas, en:
“(…) cuánto les debe haber costado mantener esos refugios tan serenos y voluptuosos: toda la tiranía, la opresión, las matanzas que implicaban esos jardines. Pero, fueran cuales fueran las guerras y saqueos, hacía mucho ya que habían terminado y no eran, para nosotros, más que recuerdos —si es que los recordábamos— con un montón de nombres y fechas demasiado fáciles de confundir y entremezclar.”
En Viena no se puede hacer todo —por tiempo y dinero—, así que me decanté por unos pocos museos, visitar las casas donde vivieron Mozart, Beethoven y Schubert —y también sus tumbas— y pasar tardes tomando café y leyendo. Estuve en el Frauenhuber, una de las cafeterías más antiguas de Viena, que ha mantenido su nombre desde 1824, pero cuya casa desde 1746 ha ofrecido café y entretenimiento (se sabe que Mozart y Beethoven iban a tocar el piano).
Rematé el fin de semana en Bratislava, Eslovaquia, donde el castillo y su casco antiguo relucen.
Si disfrutas leyendo Pequén, invítame un café. ☕️