🖼️ Una pintura:
Artemisa es una de las deidades griegas más veneradas. Hija de Zeus y hermana melliza de Apolo, era la diosa de la caza, los animales, la naturaleza, la virginidad, protectora de las mujeres y los partos. Para formar parte de su séquito las ninfas estaban obligadas a cumplir un voto de castidad impuesto por la propia diosa.
Pero Zeus, embelesado por la ninfa favorita de Artemisa, Calisto (cuyo nombre en griego kallístē significa, literalmente, ‘la más bella’), decide adoptar la forma de la diosa, o bien de su hermano Apolo, para engañar a Calisto, seducirla y embarazarla.
Roto el juramento, Calisto oculta su embarazo por el mayor tiempo posible, pero cuando Artemisa ordena a sus ninfas que la acompañen a darse un baño, lo que obliga a todas a desvestirse, se descubre su estado. Furiosa, Artemisa la destierra.
Eso es lo que vemos en esta obra del holandés Hendrick Bloemaert, pintada entre 1635 y 1640. A la derecha, Artemisa (o Diana, en su versión romana) da órdenes mientras es atendida por sus fieles y obedientes ninfas —una de las cuales te observa fijamente—, y a la izquierda Calisto es arrastrada, contra su voluntad, fuera del grupo.
🍵 Dos reflexiones:
La terapia es como un corte de pelo. No necesitas contarme, la diferencia se tiene que notar. [Fuente]
Arthur Schopenhauer: “El arte de no leer es muy importante. Consiste en NO interesarse por lo que pueda estar atrayendo la atención del público en un momento dado. Cuando algún panfleto político o eclesiástico, o novela, o poema, esté causando un gran revuelo, debes recordar que quien escribe para tontos siempre encuentra un gran público. (…) Una condición previa para leer libros buenos es no leer libros malos: la vida es corta.” [Fuente]
🦉 Un recuerdo del archivo:
Solo somos capaces de discernir entre percepción ("realidad") e ilusión cuando contamos con un marco de referencia previo, ya sea nuestro o de otra persona. Por nuestra cuenta, al experimentar una vivencia por primera vez, es imposible distinguir entre realidad e ilusión. Un acto de magia, un efecto especial, un espejismo. Todas estas experiencias las identificamos como ilusiones solo porque sabemos de antemano que de eso se trata. Alguien nos dijo. O bien lo experimentamos y aprendimos. Pero, cada vez, nuestra propia experiencia nos impide distinguir entre "realidad" e ilusión. Siempre lo hacemos de forma posterior. Quizás por eso nos entretiene tanto la magia, porque precisamente sabemos que no es real pero siempre logra engañarnos.
Sigue leyendo → Realidad: ¿objetiva o construida?
🪴 Algo más:
Apenas comenzada la historia de la humanidad, en la segunda generación, irrumpe el primer gran delito: el asesinato. Caín mata a Abel impulsado por la envidia y los celos, porque Dios había mirado con buenos ojos la ofrenda de su hermano mientras que la suya la rechaza.
Pero antes de la tragedia, Dios había advertido a Caín:
«¿Por qué estás resentido y tienes la cabeza baja? Si obras bien podrás mantenerla erguida; si obras mal, el pecado está agazapado a la puerta y te acecha, pero tú podrás dominarlo.» (Génesis 4:6b-7)
Para algunos, aquí emerge la primera formulación del libre albedrío…
Esta es la inspiración para la monumental novela “Al Este del Edén” de John Steinbeck, publicada en 1952, cuyas casi setecientas páginas terminé este fin de semana. De esta obra Steinbeck dijo:
“Creo que todo lo que he escrito hasta ahora ha sido, en cierta forma, un ensayo para esto.”
Para mí, “Al Este del Edén” está al nivel de lo mejor de Dostoievski o Mann. Además del profundo desarrollo psicológico de los personajes, que abarca casi tres generaciones de unas cuantas familias, Steinbeck comparte sus ideas sobre la condición humana.
Reconoce, por ejemplo, la existencia de monstruos morales:
Estoy convencido de que en el mundo hay monstruos nacidos de padres humanos. Algunos son visibles: seres contrahechos y hombres con enormes cabezas o cuerpos diminutos; algunos nacen sin brazos o sin piernas, otros con tres brazos, o con rabo, o con la boca en sitios impensables. Son accidentes; no es culpa de nadie, como solia creerse. Antaño se les consideraba el castigo evidente por un oscuro pecado. De la misma manera en que nacen monstruos físicos, ¿no puede haber monstruos mentales o psíquicos? Puede que la cara y el cuerpo sean perfectos, pero si un gen defectuoso o un óvulo malformado pueden producir una monstruosidad corporal, tal vez sea posible que el mismo proceso genere un alma deforme.
O reflexiona sobre la naturaleza solitaria del acto creativo:
Nuestra especie es la única capaz de crear, y posee solamente un instrumento de creación: la mente individual de cada hombre. Nunca dos hombres crearon algo. No existen buenas colaboraciones cuando se trata de música, arte, poesía, matemáticas o filosofia. Después que ha tenido lugar el milagro de la creación, el grupo puede adaptarlo y extenderlo, pero nunca inventarlo. Lo valioso siempre está oculto en la mente solitaria de una persona.
O sobre algunos procesos inconscientes:
Estoy convencido de que en lo más profundo de la mente humana existen determinados mecanismos para analizar los problemas y, una vez analizados, rechazarlos y aceptarlos. En ocasiones, tales mecanismos se relacionan con facetas que el propio individuo ignora poseer. Con cuánta frecuencia nos vamos a dormir preocupados y doloridos, sin saber las causas, y a la mañana siguiente lo vemos todo claro y radiante, como resultado, tal vez, de ese oscuro razonamiento. Cuántas mañanas nos levantamos con la sangre burbujeante de gozo y el pecho rebosando alegría, sin que haya nada en nuestros pensamientos que pueda justificarlo o causarlo.
En fin, a lo largo de la novela, Steinbeck establece la lucha eterna entre el bien y el mal como la esencia de la condición humana:
Los humanos están atrapados —en sus vidas, en sus pensamientos, en sus anhelos y ambiciones, en su avaricia y crueldad, y también en su bondad y generosidad— en una red entretejida de bien y de mal. Yo creo que ésta es nuestra única historia y que tiene lugar en todos los niveles del sentimiento y de la inteligencia. La virtud y el vicio forman la urdimbre y la trama de nuestra primera codicia, y serán también la factoría de la última, y ello a pesar de los cambios que podamos imponer en las tierras, ríos y montañas, en la economía y en las costumbres. No hay otra historia. Un hombre, después de barrer el polvo y las astillas de su vida, tiene que enfrentarse tan sólo con estas duras y escuetas preguntas: ¿Fue mi vida mala o buena? ¿He hecho bien o mal?
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