¡Hola! En este blog compartiré mis reflexiones nacidas de la curiosidad y el permanente deseo de aprendizaje. Todo con sus respectivos links para que me creas y vayamos conversando.
¿Por qué?
1. Para documentar mi proceso de aprendizaje
Durante los últimos años mi “dieta informativa” ha aumentado. Todos los días leo algún artículo en Medium, Pocket o una de mis varias suscripciones a newsletters (como esta misma). Trato de avanzar todos los días en algún libro (sígueme en Goodreads). Cuando estoy de ánimo, veo algún documental en CuriosityStream o películas educativas en las tantas plataformas de streaming.
Es decir, destino (harto) tiempo a consumir información sobre productividad, finanzas personales, tecnología, lecturas, etc. De distinta calidad y profundidad, por supuesto. (Disclaimer: sin querer quedar de snob ni sofisticado, por supuesto que también me entretengo con series y películas cómicas. Ahora último estoy pegado con After Life de Ricky Gervais.)
Volvamos. Sobre esta cultura del consumo informativo, Tiago Forte reflexiona (y ahora yo también) lo siguiente: “Pasamos varias horas cada año leyendo, escuchando y viendo contenido informativo. ¿A dónde va a parar todo ese valioso conocimiento?”
Toda la razón. Consumimos harta información, pero retenemos poco y olvidamos.
Al final del día no hacemos nada con la información que consumimos.
Esto me llevó a pensar en la cantidad de ideas (buenas, quiero creer) que he tenido pero he olvidado, en las reflexiones que no he aterrizado y que me gustaría recordar hoy. En las lecciones de libros y charlas que he asistido, pero cuyos pobres apuntes no se tradujeron nunca en nada concreto.
Y es que debemos digerir la información que consumimos. Si tratamos a la información como si fuera comida, la analogía de la digestión resulta muy útil, porque con la comida: 1) más no necesariamente es mejor, 2) necesitamos tiempo para digerir lo consumido, y 3) la comida se transforma en energía para hacer algo.
¿No aplican estos tres principios también para todo input de nuestras vidas?
De ahí también probablemente derive el concepto de intención en todo lo que pensamos, hacemos y poseemos, que abogan corrientes de pensamiento recientes (o al menos más de moda), como el minimalismo y esencialismo. Es decir, seleccionar nuestros input (relaciones, información y comida, por ejemplo) y darnos tiempo para asimilarlos y digerirlos. Y luego hacer algo con ellos. Es decir, pasar a la acción.
Por eso decidí registrar y documentar mis aprendizajes en un blog. Quizás no lo haga con todo, pero quiero aterrizar (con mis propias palabras) aquello que es relevante para mi, y que ha significado aprendizaje, mejora y progreso en mi desarrollo personal. Pasar de consumir información pasivamente a hacerlo activamente. O como nos invita Darius Foroux en su libro Think Straight: Stop consuming. Start creating.
Por eso también este año creé ChileFluvial para centrarme en los aprendizajes y observaciones en mi disciplina laboral en LimnoTec (ecología de ríos y lagos), como complemento a esta iniciativa personal que es Pequén.
Si bien tengo claro que no soy (ni pretendo ser) experto ni referente en nada de lo que escribiré en estos newsletters, es importante tener presente que:
“Lo que es obvio para ti es increíble para otros.” (Derek Sivers)
Esto quiere decir que muchas veces asumimos como obvio lo que sabemos (o creemos saber). Pensamos que a nadie le debe interesar, porque si yo lo sé, de seguro también todos lo saben.
Pero la experiencia muestra que muy pocas veces ocurre esto. Siempre hay alguien aprendiendo y reflexionando sobre algo por lo que uno “ya pasó” o "está pasando." Por eso es importante compartir. De esta forma alguien obtiene valor de nuestro conocimiento o experiencia, y nosotros re-pensamos, corregimos y perfeccionamos nuestras ideas.
”Si alguien me puede refutar, mostrarme que estoy cometiendo un error o mirando las cosas desde una perspectiva errónea, felizmente cambiaré. Es la verdad la que persigo, y la verdad nunca ha dañado a nadie.” (Marco Aurelio)
Además, en muchos casos nos puede parecer mejor (y más útil) contar con el consejo de alguien más cercano en su progreso o conocimiento, y no necesariamente del erudito-experto-académico, sentado en el Olimpo y que ya olvidó lo que es ser principiante.
2. Para expresarme con claridad
Soy reservado y malo para hablar. No tengo muchos amigos. No soy bueno para expresar mis emociones en público. Es decir, clasifico como introvertido según el libro de Susan Cain. Y aun cuando disfruto mucho del silencio y la soledad, tengo claro que hay aspectos de mi vida que tengo que mejorar. Todos tienen esa tarea durante toda la vida, creo. Nadie se salva.
Y es que, tal como ocurre con la información que consumo, trato de reflexionar permanentemente sobre lo que ocurre en mi vida: eventos a los que asisto, personas con las cuales interactúo, situaciones que emergen y debo atender. Sin embargo, pocas veces aterrizo lo que pienso y siento. Me doy tiempo para experimentar y sentir, pero no para razonar con tranquilidad y dejar registro de ello.
¿Cómo me conoceré si no puedo mirar hacia atrás?
Por eso comencé, hace unos meses, a llevar un diario personal (journal). Allí escribo cosas tan superfluas como la hora en que me levanto y lo que hago en un día, pero también aterrizo mis puntos de vista sobre decisiones importantes que debo tomar, sobre impresiones y acciones en relación con algo que ha ocurrido (a mi, o a alguien más), o simplemente trato de transcribir lo que siento en palabras (¡es súper difícil!).
Sin duda escribir ayuda mucho a dar claridad a nuestra mente. A re-pensar y solo darnos cuenta, en el papel, que quizás estamos abordando un tema desde la esquina errónea.
Lo mismo ocurre con las emociones, que sin traducirlas y darles un nombre o una descripción, difícilmente nos permiten estar conscientes y hacernos cargo del dominio de acciones que ofrecen, y también limitan.
Sin lenguaje no hay mundo, como dirían Humberto Maturana o Ludwig Wittgenstein.
Creo que nadie puede (debe) estar en contra de quien desea tener mayor claridad mental y mejorar en inteligencia emocional. La escritura ha mostrado ser una importante terapia para aquello. Hay varios estudios que muestran una relación entre la represión de emociones negativas y el aumento del estrés, y que escribir trae efectos positivos en quienes han experimentado eventos traumáticos (incluso cáncer).
Así que (no es sorpresa) expresar emociones y razonamientos hace bien, aunque antes creyera que se trataba de algo muy personal que no debía ser compartido. Bueno, compartirlo con otros, quizás. Pero… ¿y con uno mismo? Por eso el journal.
Si bien difícilmente las reflexiones de este blog terminarán en algo como el maravilloso libro Meditaciones de Marco Aurelio (la cita de arriba es de este libro), estoy seguro que serán un complemento fundamental para mi crecimiento personal.
Lo que busco
En este video Ali Abdaal, Youtuber gurú en productividad, nos cuenta que escribir en internet cambió su vida. Relata que al comienzo, como probablemente ocurre a todo quien emprende una actividad creativa, tuvo miedo.
Ali se preguntaba qué pensarían su familia y amigos. ¿Se burlarían al enterarse que ahora pretendía compartir vivencias o aprendizajes? ¿Y qué pasaría si todos descubrieran que lo que escribe no es del todo original? ¿Y si se le acaban las ideas? (Gracias Ali, creo ya me estoy arrepintiendo...)
El acto de escribir, nos comenta, independientemente de la plataforma escogida (papel o laptop, diario personal o blog), tiene que ver con documentar procesos personales más que en producir algo totalmente original. Se trata simplemente de registrar experiencias y aprendizajes, que pueden ser útiles para otra persona y/o para uno mismo en otras etapas de la vida.
Un ejemplo son las sensaciones al terminar un buen libro o las reflexiones luego de ver un documental, que solo permanecen vagamente en la memoria si no contamos con un sistema de registro al cual volver.
No podemos saber (ni recordar) con certeza cómo pensamos, sentimos, aprendimos, en un momento determinado de nuestras vidas si no lo registramos de alguna forma. La memoria es frágil. Por ello Ali nos alienta a escribir. Para nuestro beneficio, en primer lugar.
Respecto a la falta de originalidad o expertise, Ali nos insta a “abrazar al principiante interno”. Lo que interesa documentar es nuestro propio y personal proceso de aprendizaje, compartir algo que creemos puede ser útil para otros.
No se trata de tener la última palabra sobre alguna materia ni validarnos permanentemente como expertos. Puede que quizás sea precisamente eso lo que otro ciudadano de internet busca: que una persona le cuente cómo se acercó a cierto tema, cómo aprendió algo, cómo comenzó. Pero (al mismo tiempo) que esa persona no sea el gran erudito-experto-académico, como comenté antes.
Asumirse como principiante nos vuelve humildes -frente a lo que no sabemos- y generosos -con quienes descubren a través de nuestro mensaje lo que nos parece obvio (volviendo a la cita de Derek Sivers).
Si te preocupa lo que el resto puede pensar de ti, recuerda la gran frase de David Foster Wallace de su novela (laaaarga) La Broma Infinita:
”Te preocuparás menos por lo que la gente piensa de ti cuando te des cuenta de lo poco que lo hacen.” (David F. Wallace)
¡Muy cierto! Cada persona tiene sus propias inseguridades. También se siente observada y juzgada por otros.
Cada quien tiene cosas más importantes de qué preocuparse. Tu blog (o podcast o canal de Youtube) probablemente no sea una de ellas.
Otra aproximación que (me) propongo para superar este miedo es imaginar que no soy yo sino un amig@ o familiar quien me cuenta que comenzó a escribir o compartir sus experiencias en internet. ¿Lo criticaría o burlaría de él/ella? ¡Obvio que no!
Ali Abdaal termina su video describiendo tres vivencias garantizadas para quien escribe en internet, y que espero experimentar yo con esto que es (y será) Pequén:
Fomenta la serendipia. Al escribir en internet muy posiblemente amplíes tu entorno social a personas y lugares que difícilmente conocerías por otros medios. En el mejor de los casos, quizás conozcas nuevos amig@s o incrementes tu red de contactos profesionales.
Mejora la claridad mental. Reflexionas y te das un tiempo extra para aterrizar al papel (o teclado) tus ideas, sentimientos y pensamientos. Nada mejor que saber expresarse con mayor confianza y seguridad.
Puede generar un efecto mariposa. Quizás comenzar un diario personal o un blog no parece gran cosa. Pero perder el miedo a presentarse frente a otros (a mostrarse vulnerable), conjugado con la serendipia y la claridad mental, puede terminar por convencerte que sí eres capaz de emprender proyectos desafiantes.
Finalmente, quiero terminar esta parte con un (auto) consejo de David Perell, blogger profesional, acerca de lo que debemos escribir. David nos invita a ignorar lo que le interesa al resto del mundo. Sí. Así de simple.
O como propone Morgan Housel: Escribe para ti.
Y es que la gran ventaja que nos ofrece internet es que por muy rebuscada o específica ("de nicho") sea la temática que nos motiva a comenzar un blog, es prácticamente seguro que encontremos a alguien interesado/a en escucharnos (bueno, leernos). ¡Somos diferentes pero no tanto!
No escribas esperando complacer a todos. Escribe para ti.
Y eso quiero hacer.
Qué encontrarás en Pequén
Además de las temáticas de productividad y desarrollo personal, quiero ofrecerte una perspectiva diferente hacia la filosofía. Salir de los Sofismos. No caer en la discusión académica ni pretenciosa, sino que aterrizar el pensamiento filosófico a un sistema reflexivo que guíe nuestra vida diaria.
Te adelanto que tengo preferencias por los siguientes -ismos, que serán inspiraciones recurrentes del blog:
Estoicismo, cuyos principios fundamentales son la dicotomía del control y el cultivo de las virtudes cardinales griegas. Nos invita a experimentar libremente las emociones (¿hay otra alternativa?) pero no a actuar siempre bajo su dominio de posibilidades. Entre perturbación y respuesta hay un tiempo de reflexión que es donde marcamos la diferencia. ¡Nada más lejos del estoico (en minúsculas) tan malentendido! Leerás varias citas de Epicteto, Séneca y Marco Aurelio en mis posts. Verdaderos Estoicos (en mayúsculas).
Existencialismo, en la corriente atea de Sartre y Camus: somos libres y nos autodeterminamos constantemente; no hay naturaleza humana, sino que construimos sentido conforme actuamos. "Yo soy yo y mi circunstancia" (José Ortega y Gasset).
Trascendentalismo, basado en los escritos de los norteamericanos Thoreau y Emerson sobre naturaleza, independencia y confianza en uno mismo. Ignoro completamente la variante más religiosa de este movimiento, pero me quedo con la parte medular de la armonía con la naturaleza y del ser conscientes de nuestra responsabilidad ética con el mundo.
El mundo de Maturana y Varela, que espero sea una revelación, un salto conceptual, un giro copernicano, para aquellos lectores desconocedores de estos maestros-biólogos-chilenos. La propuesta de ambos nos pide aterrizar al ser humano y verlo como un ser vivo más, y por tanto, pensarnos como sistemas dinámicos, determinados por nuestra estructura, en constante cambio estructural con conservación de la adaptación (que es condición de existencia) y acoplamiento estructural con el medio (¡que no es instructivo!). También nos presentan una nueva mirada de la fenomenología del aprendizaje y del conocimiento, y cómo no, de la Biología del Amor, quizás la variante más conocida del Dr. Maturana hacia el público general. Coincidentemente, esta semana salió un artículo sobre Maturana en Revista Endémico.
¡Bienvenido a esta experiencia!
No perdamos la curiosidad y el deseo de aprender y reflexionar.
Como alguna vez escribió Benjamin Franklin:
"Una inversión en conocimiento siempre paga el mejor interés.”
En hora buena: ¡Felicitaciones!